Cultura 06 septiembre 2016

“Yo adoro a Chajarí y a su gente”
Aníbal “Manisero” Luna, el Mejor Amigo de la Ciudad 2016, falleció ayer lunes. Anhelamos que su “maní, maní” quede por siempre en cada lugar que recorrió.

Aníbal “Manisero” Luna, el Mejor Amigo de la Ciudad 2016, falleció ayer lunes. Anhelamos que su “maní, maní” quede por siempre en cada lugar que recorrió. Cada pueblo, cada ciudad, tiene “personajes” que se destacan, entre otras cosas, por ser reconocidos por la mayoría de los residentes. En Chajarí, existen varios. Entre ellos, el Manisero Luna, quien vivía en la vecina ciudad de Concordia, no obstante los chajarienses lo adoptamos como propio. Aníbal tenía 63 años y estaba casado con Beatriz, jubilada de una empresa de limpieza, con quien tuvo 3 hijos. Matías, el mayor, a punto de recibirse de Contador Público, el que le sigue, Lucas, recibido de Licenciado en Sistemas y el más chico, Pablo, quien es estudiante de gastronomía y guitarra. Además de ofrecer sus productos en distintos eventos y acontecimientos, públicos y privados, uno de los lugares que Luna sabía elegir a diario era el Banco Entre Ríos. No hay quien no haya ido a hacer algún trámite allí y se haya ido sin recibir su “buen día”. Es que, simpatía y amabilidad eran cualidades que lo distinguían. Como así, también, la “buena onda” que acompañaba su andar. “Cuando estoy trabajando en la esquina del banco Bersa, mi servicio no es únicamente vender los productos que hago, sino, también, ayudar a los demás. Por ejemplo, cuando vienen de cobrar con el dinero en la mano, a la antigua, les digo que guarden la plata y los ayudo a encontrar al familiar que los busca. Es una cosa que me sale espontanea, con mucho amor, y la gente se emociona y me preguntan cuánto me deben. Y yo les digo, ¿sabe de qué manera me paga usted? Permitiéndome serle útil”, contó Aníbal, tiempo atrás y en medio de una gran emoción, en una entrevista para la Radio Pública Chajarí. Sin saber cómo sería su idea laboral, cuán buena sería su venta, el Manisero recorría la vida con una sonrisa contagiosa, con ganas, con una mirada que dejaba entrever que se pueden tener muchos buenos días, todo depende de las ganas que le ponga uno al levantarse. Luna vendió sus productos durante muchos años, su mujer recuerda que comenzó cuando su hijo mayor iba a la primaria. Inició vendiendo diarios en la calle y eso lo llevó a otros productos. Luego, empezó a viajar a Buenos Aires donde compraba gaseosas en los supermercados de allá abaratando los costos y, después, las ponía en una conservadora y salía a la peatonal a vender en pleno verano, bajo el ardiente sol del caluroso enero. Además, anteriormente, cuando Luna trabajaba en relación de dependencia, dejaba una o dos horas, todos los días, para salir a vender. Decía que “no podía estar prisionero entre cuatro paredes”. Y este trabajo, que lo llevó a ser tan reconocido por los chajarienses, lo transformó, además, en un hombre con libertad y responsabilidad. Aníbal iniciaba sus días con una sonrisa, contento, feliz por lo que hacía. Creía, aún en su peor momento, que no hay que bajar los brazos, que hay que intentar y aprender de las dificultades. Saludaba a todos, como si se tratase de amigos de toda la vida. Una pequeña radio solía acompañarlo en sus recorridos. Además de su bicicleta, claro. Él, el Manisero, será recordado por todos los chajarienses, en cada cancha de fútbol, en cada evento cultural, en cada plaza, en cada espacio que supo recorrer. Necesitaremos y extrañaremos su presencia, pero nos dejó el legado de su alegría, digna de ser imitada. “Los abrazo a todos, sin excepción, porque me han dado muchísimo amor. Que estén bien los demás es mi deseo, eso es lo que me hace feliz”, dijo, en aquella nota, Don Luna. Y finalizó esa emotiva charla con este mensaje: “espero reencontrarme en un abrazo largo con todos ustedes”. Y así será, Aníbal. Nos volveremos a encontrar, algún día, en algún lugar….

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