La charla exposición sobre la Antártida, destinada a las instituciones educativas de la ciudad, se suma a las propuestas del programa de este mes histórico. En la ocasión, el Capitán Campo cuenta las experiencias que adquirió al vivir 14 meses en dicho lugar. Las 9 de la mañana se aproximan y los estudiantes comienzan a llegar. Algunos del último año del nivel primario y otros ya cursando el secundario. Las instituciones que se acercan para presenciar la charla son María Auxiliadora, Marista, Hermana Imelda, Güemes, San Martín y, también, la Escuela Miguel Guarumba. Los asientos del auditorio del Centro Cultural se comienzan a ocupar. Risas, charlas y el reto de algún profesor, también, invaden el lugar… Además del disertante, se encuentra presente el Intendente Pedro Galimberti, quien saludó y dio la bienvenida a los presentes. Y, también, el Viceintendente, Esteban Pezzini junto a los Concejales Daniela Lavarda y Andrés Ferreira. El Capitán Gonzalo Campo es oriundo de Villa Gesell, Buenos Aires. Tiene 30 años y vivió 14 meses en la Antártida, durante el 2013 y dos del 2014. Es egresado del Colegio Militar de la Nación y Licenciado en Ciencias Económicas, tal como comenta al inicio de su deserción. Comienza la charla hablando acerca de las bases, “en el invierno el mar se congela hasta 2 metros aproximadamente y uno tiene entre 20 y 40 kilómetros de mar líquido debajo de ese hielo”, explica. Además, agrega que en aquel lugar 4 son los meses de día, 2 de transición (atardecer constante) y 4 de noche. Entre los presentes – atentos y respetuosos – se observan algunas caras de asombro ante el pensar cómo será vivir durante tantos días sin sol, sin luz natural. Para lo que, justamente, Campo menciona que cuando el sol se empieza a notar, el ánimo cambia porque ya “no hay que trabajar con la linternita en la cabeza” y porque se sabe que se está próximo a reencontrarse con la familia. Además, explica que, a partir de septiembre, las actividades que se llevan a cabo tienen que ver con el repliegue de la base, la recolección y clasificación de basura. Para remontarse un poco a la historia, el Capitán disertante comenta que las dos primeras expediciones en llegar al polo sur lo hicieron en 1911, la segunda llego 5 días después que la primera. Ésta estaba formada por noruegos que utilizaron perros para tirar los trineos y los demás usaban ponis adaptados para el frio – a sus comentarios suma imágenes que los estudiantes observan con atención. “Los noruegos pudieron llegar y volvieron, los otros se comieron los ponis y no volvieron más, no pudieron regresar sanos y salvos”, dice Campo. Y continúa, “la Argentina fue el tercer país en llegar al polo sur, más de 50 años después, en 1965 llegó por medios terrestres, trineos tirados por camiones aptos para la nieve y en moto”. Luego se sucedieron numerosas expediciones – aclara con firmeza. Las imágenes e infografías hacen de la exposición un momento ameno para todos los presentes. Además de asombrarse con comentarios como “llega a hacer 50 grados bajo cero” o “los vientos alcanzan ráfagas de 270 kilómetros por hora”, entre los alumnos y sus profesores, se percibe cierta admiración por quienes han pasado por este lugar y por los comentarios que, debido a sus vivencias, les transmite Gonzalo Campo. “Para estar en la Antártida uno no puede ir y decir voy e instalo mi base”, aclara el disertante y agrega que hay que cumplir ciertas normativas. Es ahí donde entran los tratados que se firmaron: el Antártico y el de Madrid. El primero habla de lo que se puede hacer y de lo que no – Campo se detiene en esto ya que al parece es una cuestión importante por si entre los presentes hay algún interesado en ir a la Antártida. El Tratado de la Antártica dice que es un lugar dedicado a la paz y a la ciencia, que es el único libre de todo virus, donde se prohíben, por ejemplo, las explosiones, y se la declara patrimonio de la humanidad, comenta. Entre los países pioneros en realizar la firma de este tratado está la Argentina. Posteriormente, continúa, surge el protocolo de Madrid que se firma para la protección del medio ambiente en donde dice que se debe dar cuidado a todas las especies. Después de un caluroso aplauso sobre lo expuesto hasta el momento, Campo se explaya en las misiones y funciones del ejército: dirigir y sostener las operaciones en la Antártida, sostén logístico, también, se trabaja con el instituto antártico – explica y aprovecha el momento para mostrar el equipamiento que usaban, como los distintos tipos de calzados. Luego de detallar un poco de historia sobre la temática, también de explicar tareas y labores en dicho lugar, el Capitán se centra más en sus vivencias personales. Y – con algo de emoción en sus palabras y en su mirada – comenta que aún mantiene contacto con algunas de las personas que conoció en la Antártida. “Nos solemos reunir en Buenos Aires”, detalla. “La Antártida está ahí y está para cualquiera. Lo único que hay que hacer, como todo en la vida, es perseguir un objetivo” – dice mirando detenidamente a los estudiantes. “Vivimos todo como una gran familia, tratamos de ser lo más tolerantes posibles para tratar de llegar al último mes y no estar agarrándonos de los pelos” – concluyó en medio de un tono emotivo y gracioso. Los estudiantes aplauden y se muestran contentos con las vivencias que, desde hoy, también, forman parte de ellos. Podrán contarles a sus padres, hermanos y amigos, algo de lo que conlleva vivir en la Antártida. Gonzalo Campos les agradece por el respeto y finaliza la jornada anticipando que el próximo martes, 17 de mayo, brindará nuevamente la exposición para aquellas instituciones que no pudieron acercarse esta vez.