Alcides Mariano Galarza Herrera tiene 42 años de servicio en el Municipio de Chajarí, lo que lo convierte en el actual empleado más antiguo de la planta permanente. Durante su horario de descanso, nos recibió en su domicilio para charlar acerca de estos tantos años de trabajo. ¿Qué recuerda de sus comienzos? Ante todo, los tiempos de ese entonces no son los de ahora. Yo venía recién salido de la colimba, de la Base Área de Paraná, tenía 22 años, y me enteré de la necesidad de inspectores de tránsito en Chajarí. Por aquel tiempo, el Presidente Municipal era Domingo Cano y fue a él a quien le pedí para integrar el grupo de inspectores dada las vacantes que había por bajas jubilatorias o fallecimientos. Aceptó, me tuvo a prueba durante un corto tiempo y ahí comenzó mi actuar como empleado municipal. A esta altura, ¿son más los recuerdos buenos o los malos? Desde ese entonces, han pasado muchísimas cosas: buenas y malas. Siempre tratar con la gente, con los contribuyentes, es una universidad aparte. No obstante, a esta altura de la vida prefiero acordarme de los momentos buenos y dejar los malos a un costado. Fue una lucha constante, como debe ser. ¿Qué enseñanzas puede compartir con nosotros de estos tantos años de trabajo? Se aprendió mucho. Trato de contarles a mis compañeros mis vivencias de tanto tiempo de tratar en la vía pública y dentro de la Municipalidad, como persona. Porque de eso se trata este trabajo, de tratar con personas. Así que las enseñanzas son muchas y múltiples. ¿Cómo ve el comportamiento actual de la gente comparado con el de antes? El comportamiento de la gente era diferente antes ya que, indudablemente, había mucho desconocimiento en todo y la necesidad era menor. Lo que pasa es que los jóvenes de ese entonces no contábamos con las herramientas que cuentan ahora. De igual manera, también, hacíamos nuestras macanas. ¿Qué le diría a la juventud de hoy? Que se integren más a sus familias y que reflexionen. Yo los quiero mucho a los jóvenes, será por la añoranza del tiempo que ya pasó. Sencillamente nos enfrentamos con los jóvenes porque estamos, transitoriamente, en veredas diferentes, por eso no hay que culparlos ni sentirse atacados. Hay que dejar que pasen los años y nos vamos a dar la mano. No los culpemos, por favor, ellos están pasando por un momento que la vida les da. Por último, ¿recuerda alguna anécdota que quiera compartir con nosotros? Anécdotas tengo miles, un montón. En este momento, se me viene a la cabeza el Doctor Callao, con quien hemos tenido momentos muy desagradables cuando era joven. Sin embargo, cuando se recibió y volvió a la ciudad, llegó y me dio la mano. También, me dijo que no íbamos a discutir quién tenía razón en aquel entonces. Me ofreció su mano y fuimos muy amigos. Lo recuerdo siempre con cariño. Galarza se muestra emocionado al recordar todos estos años de vida y trabajo. Agradece, también, que se lo reconozca y que se lo tenga en cuenta.